José Manuel Castillo, director Noticias A Tiempo. Whatsapp: 8098160105, josemlct11@hotmail.com. Santiago, República Dominicana.

viernes, 6 de junio de 2014

¡Viva la “plepla”!

Dedicado a Miguel Frías

Pedro Dominguez Brito
Especial/Noticias A Tiempo.Net
E-mail: josemlct11@hotmail.com

¡Qué bueno es hablar “plepla”! El pleplismo es una terapia extraordinaria, para algunos casi mística. ¡Ay! No se imaginan lo grato que es pasarse horas y horas diciendo tonterías y/o escuchando asuntos sin importancia.

Créanlo: esto constituye una de las grandes satisfacciones humanas. La plepla nos hace libres, nos desinhibe, nos convierte en seres silvestres, naturales, nos regresa a la niñez o nos acelera a la vejez.

En un encuentro de pleplosos todos somos hermanos y cómplices del disparate verbal, y nadie piensa mal cuando expresamos nimiedades o si nos reímos como locos cuando nos cuentan una historia sin argumento, sin principio ni fin.

Y está prohibido ofenderse, incomodarse, marcharse bravito del escenario, por más que desnuden nuestros risibles actos, por más detalles que se ofrezcan sobre las vergüenzas que hemos pasado.

En síntesis, hablar plepla es decir “caballá”, nada serio, ningún tema profundo, cero filosofía o cosas por el estilo, que todo lo que atormenta al cerebro daña el ambiente y nos provoca preocupaciones, aún sea en reuniones de no pleplosos. Eso sí, en un encuentro de pleplosos cada cual debe platicar plepla. La pleplería es solidaria.

También es comunista, pues el ambiente es para exclamar: ¡pleplosos del mundo, uníos! Nadie es superior a otro.

O todos son pleplosos o ninguno, porque si sólo lo es uno, haría el ridículo y sería motivo de burla, o si alguno se queda como simple observador sería mal visto por los asistentes y hasta su cortadita de ojos recibiría.

Un ambiente pleploso es diferente a uno chismoso. No os confundáis amigos lectores. El chisme siempre trata sobre personas, que fulanito es esto y sutanita aquello.

El chisme es nocivo, corroe el alma y marchita la conciencia. En cambio, la plepla, ¡ah, caramba!, qué benigna e inofensiva es pues, se refiere a cuestiones baladíes.

Los pleplosos parlotean, por ejemplo, sobre el rompecabezas que nunca formaron, las consecuencias de las “jarturas” de habichuelas con dulce, lo feo, que se veían con sarampión, los pantalones campana, la pelada a lo chagui, ver “a Dios comiendo arroz”, sacar batata de la pantorrilla...

¡Viva la plepla! Pero, no os confundáis amigos lectores, cuidadito, que hablar plepla tiene su momento, lo que significa que es una distracción temporal y no un estilo de vida, por ello oféndase si en ambiente no pleploso dicen que usted habla mucha “plepla”.



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