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viernes, 6 de junio de 2014

Loma de agua

Grisbel Medina R. 
Fuente, http://www.listin.com.do/

A un señor muy mayor le escuché decir recientemente que solo cuando no tenemos agua pensamos en el medio ambiente. Y en parte es así. Cuando ese chorro escasea, entonces se suele apreciar en la dimensión que merece un recurso tan vital para la humanidad.

En estos días, la mina de agua que es Loma Miranda ha cobrado espacio en escenarios públicos y privados. Un bando defiende su explotación y otro la conservación de lo que consideran un ámbito de extraordinaria riqueza de plantas y animales endémicos. Ambos grupos han sido muy creativos y perseverantes en la ruta para alcanzar sus objetivos.

Las acciones para lograr que el gobierno declare a Loma Miranda Parque Nacional no conocen el cansancio y las gestiones para sacarle provecho económico a través de la empresa Xstrata Nickel, tampoco duermen. Y el dinero baila y el lobismo explaya sus mejores argumentos, de eso ha sido el país testigo paciente.

La promesa de revertir el impacto ambiental en la explotación del depósito de níquel en ese asiento de vida que es Loma Miranda, luce esperanzadora, pero no convence. La gente no cree en una empresa cortejante que carga una herencia de desolación tan grande como puede verse en las lomas de Pontón, La Peguera y El Verde. En 40 años de potencia minera, la empresa en cuestión ha sustraído belleza, vida y frutos de grandes extensiones de montaña sin que sean creíbles los testimonios de que dichas acciones han generado calidad de vida en las poblaciones con mayor urgencia de pan y oportunidades.

Miranda es nuestra y me regocija saber que su defensa es multicolor, que la revolución pro Miranda no es a base de tarjetitas Solidaridad ni raciones monetarias para romo y gasolina. El gobierno dominicano, en específico, el ‘Presidente de la popularidad’ tiene la última palabra sobre el destino de esta valiosa extremidad de la Cordillera Central. Preservemos ahora que el agua escasea y los billetes no se comen.

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