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jueves, 10 de diciembre de 2020

Un aleccionador referente

Néstor Estévez.

Por Néstor Estévez

Especial/Noticias A Tiempo

Aunque sobra quienes se explayan profiriendo toda clases de epítetos en relación con el año que casi termina, lo real es que durante el mismo hemos tenido múltiples ocasiones y motivos para aprovechar y aprender.

Pero, como suele ser muy frecuente, mientras contadas personas se empeñan en crecer y avanzar, sobra gente que prefiere pasársela buscando excusas y encontrando lo peor de cada situación. Es como si no se reparara en lo desgastante que resulta optar por lo que destruye, mientras se logra y se inspira tanto bienestar cuando se pone foco en construir y aportar.

De la actual pandemia, por ejemplo, muchos se empeñan en destacar la cantidad de muertes, las pérdidas económicas, las restricciones en muchísimas actividades, entre otras expresiones de negatividad. Quien en eso se centra casi seguro se pierde de aprender nuevas formas para hacer muchas cosas, para innovar en las múltiples maneras para relacionarnos, para adaptarse a lo que llegó para quedarse, para aprender de lo que la propia naturaleza nos está enseñando y para poner el foco en el convencimiento de que esto también pasará.

Desviados de lo esencial, parecemos convencidos de que la naturaleza está a nuestro servicio y que podemos hacer con ella lo que queramos. Por eso desperdiciamos sus enseñanzas, destruimos y dañamos la biodiversidad, y hasta perdemos de vista que somos parte de ella y que sin ella firmamos nuestra sentencia de muerte.

Por fortuna, no todo está perdido. En el sur de República Dominicana se avanza en un proceso que, además de aportar y construir, genera altas satisfacciones y agrega valor con criterio de sustentabilidad y con las personas como centro de un accionar virtuoso.

Mucho se ha publicado sobre la aridez y la fuerte depredación que caracteriza a gran parte de la región sur del país. Pero también se conoce sobre los valiosos aportes históricos, sociales, científicos, culturales y económicos desde ese pedazo de la patria.

En el sur se vive una experiencia que muy bien puede ser aleccionadora para otros muchos lugares del país. De manera mancomunada se trabaja con vistas a ordenar y gestionar la cuenca del río Yaque del Sur, basándose en un sistema de gestión integral del recurso hídrico y sus dimensiones sociales.

Un proverbio africano reza: “Para llegar rápido se ha de ir solo; para llegar seguro hay que hacerse acompañar”. Ahí parece fundamentarse la unión de esfuerzos que está haciendo posible este proyecto para cuidar una cuenca que incluye ocho provincias, seis de las cuales cuentan entre las más pobres del país.

Entre los diversos puntos luminosos de esta iniciativa destacan tres: la integración de esfuerzos, una alianza público-privada y la continuidad. Pues lo que nació como proyecto de la Fundación Sur Futuro, ya involucra a diversas entidades del Estado Dominicano y cuenta con apoyo de la cooperación francesa. Y aunque la carta de intención fue firmada durante el pasado gobierno, el apoyo ha sido renovado por la gestión liderada por Luis Abinader.

La experiencia desarrollada en la cuenca del Yaque del Sur ha encontrado apoyo en los esfuerzos mundiales de cara al cuidado del medio ambiente. Es por ello que en esta unidad de esfuerzos se ha involucrado la Agencia Francesa de Desarrollo (AFD), entidad que a través de su programa Adapt’Action provee asistencia técnica de largo plazo a pequeños estados insulares para un mejor entendimiento de los impactos del cambio climático, el desarrollo de capacidades y las estrategias para adaptarse a sus efectos.

Este proyecto, que todavía está en la etapa de estudio de factibilidad, apunta a la implementación de un sistema de gestión integral del recurso hídrico y de sus dimensiones sociales, como tema clave para mejorar la resiliencia de los ecosistemas y para fomentar modelos de aprovechamiento sostenible de los recursos naturales.

Un componente innovador de esta iniciativa es el desarrollo de mecanismos de protección social adaptativa, como vía para romper el círculo vicioso de la pobreza.

En estos esfuerzos compartidos ha de verse reflejada cada cuenca de este pequeño territorio. De su abordaje multisectorial, de su gestión compartida y del criterio de sustentabilidad de quienes lideren esos procesos dependerá el éxito ante algo tan real y omnipresente como el cambio climático.

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