José Manuel Castillo, director Noticias A Tiempo. Whatsapp: 8098160105, josemlct11@hotmail.com. Santiago, República Dominicana.

miércoles, 13 de junio de 2018

Mundial-2018: La insólita destitución de Lopetegui

Luis Rubiales (izq), nuevo presidente de la Federación Española de Fútbol (RFEF), Julen Lopetegui (c), renovado en ese momento hasta 2020 con España y Fernando Hierro, director deportivo de la Federación que ahora asume el puesto de DT. Foto: Rodrigo Jimenez/ EFE.
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Inaudita, insólita, inexplicable, irracional, ilógica, inverosímil, increíble… elija el adjetivo con “i” que más le guste para describir la inconcebible situación que desencadenó el despido de Julen Lopetegui como seleccionador de España, dos días antes del debut de la Furia Roja frente a Portugal. Fernando Hierro tendrá un suspiro para pensar cómo dirigir la nómina de 23 luego del cambio de manager más precipitado en la historia del fútbol.


“¿Dónde estamos? ¿Qué está pasando?”, se preguntan los españoles como si despertaran de una pesadilla.

El entrenador vasco había impulsado con mucho tacto la transición necesaria para reactivar a una generación de dioses del fútbol que se convirtieron en simples mortales con la estrepitosa caída en el Mundial de Brasil-2014 y la decepcionante actuación en la Eurocopa de Francia-2016.

Su estilo reservado, con buen trato hacia los jugadores, le otorgó la confianza del plantel, la Federación y los aficionados; la que respaldó con buenos resultados al liderar una fase clasificatoria donde compitieron contra Italia y, tres meses antes de Rusia-2018, golear 6-1 a la Argentina de Sampaoli.

En el análisis que publicamos hace una semana sobre el Grupo B, dedicamos a Lopetegui una buena parte de lo correspondiente a España. Hablamos de sus años de gloria como portero del Logroñés, su irregular carrera como entrenador de clubes y sus éxitos al frente de las categorías inferiores españolas, razón que lo colocó como principal candidato para suceder a Vicente del Bosque. Nada de eso cuenta ahora.

Lo peor del caso es que la debacle ha sido provocada por “las formas”, explicaba Luis Rubiales, el recién electo presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), que se ha enfrentado a un “marrón” enorme, como dicen ellos, nada más asumir el cargo. Y no ha estado a la altura.

Retrocedamos un par de semanas. Zidadine Zidane sorprendió al renunciar al Real Madrid tras ganar tres Ligas de Campeones en dos años y medio. El club blanco quedó boquiabierto y acudió raudo a la caza de un nuevo director técnico capaz de estar a la altura. La prensa deportiva española lanzó sus acostumbradas especulaciones. Jurgen Klopp era el favorito de la afición pero su contrato con el Liverpool hacía inviable la negociación. Mauricio Pochettino era el preferido por los dirigentes de Chamartín, pero el mandamás del Tottenham, Daniel Levy, cerró la puerta con autoridad. Se barajaron las posibilidades de los italianos Antonio Conte (Chelsea), Maximiliano Allegri (Juventus) o Maurizio Sarri (Napoli), ninguno convenció. La otra opción era mirar hacia adentro. Buscar “hombres de la casa” como Jose María “Guti” Guitérrez, entrenador del Juvenil A, o Míchel González, una institución futbolística en el Bernabéu y sin equipo tras su despido del Málaga. Uno fue descartado por falta de experiencia, el otro porque sus experiencias no eran las mejores.

Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, prescindió de ese abanico de posibilidades y encendió las alarmas con el fichaje de Julen Lopetegui 72 horas antes del Mundial. Es normal que el club más exitoso de la historia contrate al que considera el estratega idóneo lo antes posible. Incluso, el vasco es también un “hombre de la casa”, que como jugador pasó por la cantera y luego de su retiro dirigió al Castilla y trabajó en la búsqueda de talentos.

Pero Rubiales opina que “las maneras son incluso más importantes que ganar” e interpretó el anuncio como una traición de Lopetegui y un sabotaje del Madrid de Florentino, capaz de considerarse superior a la selección. El acuerdo con Lopetegui podía haberse concretado desde ahora, tras bambalinas como casi todo lo que ocurre en el fútbol, pero la noticia debió posponerse hasta que España concluyera el Mundial. “El Real Madrid fabrica antimadridismo”, escribió el veterano periodista de AS, Alfredo Relaño.

La RFEF optó por radicalizarse ante una situación sensible. Los jugadores verían de reojo a Lopetegui, que lo quisiera o no, tendría también en mente el complejo contexto que le espera en el Madrid con los casos de Cristiano Ronaldo, Gareth Bale, Neymar…

Pero es que incluso los propios futbolistas pidieron a Rubiales que no despidiera a Lopetegui, a quien apoyaron hasta el último momento, pese a que ni a los madridistas les hizo gracia el precipitado anuncio. En definitiva, el cambio de seleccionador ha añadido más inestabilidad al asunto, o sea, no ha resuelto nada.

La situación se ha convertido en un escándalo magnificado y en el peor de los negocios. Fue un perder-perder-perder para las partes implicadas.

Florentino Pérez ha exacerbado el odio de los rivales hacia el club, asunto que le interesa poco. Lo que sí le debería preocupar es el sentir de la afición que cada domingo llena el Santiago Bernabéu, decepcionada por la estrategia de su directiva y también molesta porque el rendimiento de España en el Mundial ha sido condicionado por el club que apoyan.

Julen Lopetegui se ha quedado a las puertas de dirigir un campeonato del orbe, sueño de todo entrenador, y tendrá que pararse frente a un estadio que le mirará extraño. Su era de blanco ha comenzado con el pie izquierdo. Sobre sus hombros caerá el doble de la presión que conlleva el cargo.

La Federación española ha perdido a un buen entrenador y lo ha sustituido por otro que no lo es tanto. Fernando Hierro era probablemente el único con la valentía suficiente para asumir las riendas de la Roja en un contexto tan convulso. Es un hombre de carácter y una figura histórica de la selección. Pero como entrenador su andar ha sido modesto. Falló en el intento de ascender al Real Oviedo a la Primera División y, luego de colgar las botas, su carrera ha estado más relacionada con los despachos que con los banquillos. Por cierto, también estaba entre los candidatos para suplir a Zidane, pero estas mismas razones lo eliminaron de la lista.

La que más pierde en definitiva es España toda, desde sus futbolistas hasta su gente.

Quizás, si Sergio Ramos y Gerald Piqué unen sus voces para aislar al vestuario del escándalo externo, España se mantenga entre las favoritas. Solo vale una solución interna, colegiada entre los verdaderos protagonistas.

Cuba Debate

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