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Cercanos al empresario Alejandro de Jesús Rodríguez, contratistas participantes durante la gestión municipal de Gilberto Serulle, aseguran que el occiso era un hombre “entregado a su trabajo” y dueño de una fortuna hasta donde yo no sé contar.
Hoy la familia del hombre asesinado en su apartamento de Gurabo, está dividida entre acusado y acusadores. Madre y hermanos enfrentados en esta lamentable situación. Ayer, el juez Miguel Báez, de la Oficina de Atención Permanente, impuso dos meses de prisión contra Joel Rodríguez, el hijo más pequeño e imputado por la muerte de su padre. Los abogados que le defienden (una barra de cuatro) solicitaron la inhibición del juez que conocería la coerción.
En la cobertura de este proceso fue agredida la compañera Deyanira López, en el Palacio de Justicia Federico C. Álvarez. Un vistazo a las redes sociales permite atestiguar los horrores que cercanos a Joel y su familia escriben contra la colega. Llamarla actriz y difundir un vídeo con un estribillo de la canción “Puro teatro” de La Lupe, es lo más chiquito. Para ese público, que es grande, diverso y escribe en cuentas de Instagram y Facebook estratégicamente seleccionadas, la ferocidad con que fue atacada Deyanira es pajita de coco. Uno de los comentarios que leí le advertía a la periodista “no salir a la calle jamás en su vida”. O, sea, el odio es grande y la amenaza constante.
Adicionalmente, casi una semana después de la embestida contra Deyanira, la madre de Joel, Digna de la Cruz, declarada en rebeldía por el Ministerio Público, presentó disculpas a la reportera de CDN canal 37, “por los acontecimientos ocurridos”.
Nadie quisiera estar en los zapatos de la familia de Joel Rodríguez. Donde hay víctimas, la justicia deberá definir también los victimarios. El hecho sangriento divide, así mismo el componente económico que está en juego. El mundo se percibe cada vez más complejo. Los intereses y el dinero desatan iras, violencia, dolor, tanto a nivel familiar como a escala mundial. Si no pregúntenle a Trump.
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