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viernes, 24 de junio de 2016

Camino a Emergencia

Grisbel Medina R.

Un compañero del infinito afán del diarismo nos comentaba que un hombre -llevando una señora afectada por una explosión de un tanque de gas- chocó a todos los vehículos estacionados en ambas vías de la emergencia del hospital José María Cabral y Báez. Lamenta que el desorden en los centros de salud comienza afuera. Pues, al estacionarse, la población dueña de vehículos de motor, deja poco espacio a las ambulancias, a la emergencia, al herido que llega como lo lleven, al auxilio vestido de blanco, al escaso sentido común.

Es un tema de educación, argumentó otro de los compañeros de la espontanea ronda en torno a aquel triste testimonio. Hoy se confirmó el fallecimiento de la señora oriunda de Licey al Medio. Otra víctima de nuestra desidia colectiva.

El hospital Cabral y Báez está en remodelación desde hace varios años. Las penurias que ocurren dentro llenarían varios tomos de enciclopedia. Por la intervención a la infraestructura el centro carece de espacio para vehículos de motor. Entonces, los pocos metros alrededor son ocupados por usuarios, visitantes del SEMMA, el Oncológico, las ambulancias de los buscones y todo el que quiera. De modo que al obstruir las aceras con tanta carrocería, los peatones deben caminar por el chin de calle que queda. Otro peligro que acecha a la niñez, la comunidad de envejecientes, personas enfermas, en fin.

Los reporteros gráficos que regularmente hacen guardia por Emergencia, se han quejado de diversas formas para lograr que esté despejado el camino de quien necesita auxilio y el personal en deber de atenderle. “Cuando nos quejamos con la dirección, duran dos días con personal de AMET evitando que la gente estacione”, revela el reportero gráfico. El lamento florece al tercer día cuando desaparecen los uniformados y todo vuelve a lo mismo. En estos días las emergencias de centros privados y públicos son panales de gente con situaciones diversas. El lujo de la infraestructura poco importa cuando el personal de afuera te rebota porque no hay camas. Y sigue siendo lúgubre la condición de los centros públicos donde hasta las oraciones deben comprarse afuera. Las emergencias atrancadas son una muestra de la lucha que un enfermo enfrenta antes de desafiar la más férrea: la lucha porque alguien se conduela y le asista por humanidad y no por la bille

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