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jueves, 2 de julio de 2020

Y ¿cómo es tu voto?

Néstor Estévez.
Por Néstor Estévez
Especial/Noticias A Tiempo

Por más que se haya destinado recursos, tiempo y esfuerzos a la campaña mediática, lo real es que siempre llega la hora de la verdad; llega el momento en que se ha de pasar al “trabajo en el terreno”.
La comunicación es de vital importancia, pero no funciona sola. Como suelen decir los especialistas, las campañas electorales hay que ganarlas en tierra, con estrategia y con votos.
Esos mismos especialistas refieren que las decisiones electorales no son tomadas con el lado racional del cerebro humano; se trata de acciones emocionales de las personas. De ahí la importancia de desarrollar una labor sostenida de campaña, incluyendo el doble uso de las encuestas: realmente medir y, en función de los resultados, condicionar a quienes han de tomar esas decisiones conectados con sus emociones.
De manera frecuente nos encontramos con quienes deciden votar “en contra” o votar “por el menos malo”. A estas dos “razones” podríamos sumar otras muchas, pero ese puede ser un tema para abordar después. Volvamos al trabajo en el terreno que suele caracterizar el tramo final de toda campaña electoral.
El común de los simples mortales suele dejarse influir grandemente por la percepción condicionada por las estrategias de comunicación aplicadas a lo largo de la campaña. Pero quienes están detrás de esas estrategias tienen su foco muy claro en dos temas: saber cuántos votos se necesitan y dónde están. Así orientan sus acciones para lograr el objetivo.
Es por eso que, durante el tramo final, aun manteniendo ciertas acciones mediáticas, el principal esfuerzo se desplaza al trabajo “en tierra”. Se trata de mantener lo logrado a lo largo de la campaña y de avanzar para que los resultados se concreticen en cada voto válido emitido, defendido y reportado.
En esta etapa hay un tema clave. Recordemos que es muy difícil que un candidato logre visitar todos los lugares durante la campaña, mucho menos durante el decisivo tramo final. En consecuencia, el candidato que logre armar un real equipo de campaña aumenta sus posibilidades de cara a ganar la carrera. Es que el trabajo “en tierra” es responsabilidad del equipo de campaña, de quienes se encargan de realizar la acción concreta hasta conseguir (y ojalá que superar) la cantidad de votos requerida para la elección.
Aunque lo real es que toda persona dedicada a la actividad política no hace más que vender esperanza, durante el trabajo “en tierra” suele aplicarse aquello de que “el fin justifica los medios”. Por eso, aunque teóricamente se trata de personas con fuerza de venta, talento, actitud y disciplina, desde aplicar medios espurios para lograr un voto a favor hasta impedir que un contrario vote suelen ser cosa común y corriente durante el trabajo “en tierra”.
Por más que insistamos en motivar el deber y derecho ciudadano, el fortalecimiento de la democracia, entre otros tópicos muy racionales, la realidad es otra. Lo habitual es que la incidencia del trabajo “en tierra”, en la decisión electoral, hace olvidar que lo realizado ese día va a determinar lo que habrá de ocurrir durante los próximos años, muchas veces más allá del período para el que sean electas las próximas autoridades.
Mientras ocurre ese trabajo “en tierra”, y para quien logre escaparse a la avalancha generada, vale preguntar: y ¿cómo es tu voto? ¿Has decidido votar “en contra” de alguien? ¿La emoción que te ha llevado a ello te ha permitido hacer foco en lo que de verdad quieres? ¿Qué consecuencias tendrá tu acción para ti y para el país?
O acaso ¿eres de quienes votan “por el que va a ganar”? ¿Te parece que así se fortalece la democracia? ¿Has pensado en que votar significa mucho más que apostar a ganar o perder? ¿Votas por alguien con quien tienes relación de paso? O ¿podríamos considerar tu voto como “sustentable”? ¿Cómo ayuda todo esto a mejorar el país?
Podríamos continuar con una larga lista de preguntas. Podríamos ir más allá del tiempo que cada equipo usará para su trabajo “en tierra”. Por fortuna, esta etapa también pasará y habrá de llegar el tiempo para que logremos una de dos: seguir creyendo en ciertos “cantos de sirena” o verdaderamente aprender.

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