Grisbel Medina R.
Fuente, http://www.listindiario.com/
Cuando el patrocinio escaseó para obras de teatro en Casa de Arte y el Centro de la Cultura, el apoyo de Bermúdez nunca dejó de aparecer estampado en los afiches que sus promotores distribuían por doquier.
Su apodo siempre fue la manera de considerarle amigo, compañero y hermano. Incluso, cuando el tiempo le endosó el “Don”, siguió siendo el caballero accesible, el humano de pisadas silenciosas y de contribución vital a todas las esferas de su ciudad.
Sonrisa de muchachito, apoyador generoso del arte, el deporte, la educación, el turismo, ese hombre conoció también los secretos de la noche, los cariños espontáneos de la vida distanciada del protocolo y los traguitos de ron blanco de Casa Bermúdez, al desmontarse en cualquier colmado de su amado terruño.
El más especial de los santiaguenses fue un visionario empresario que acortó distancia entre sus empleados, les distinguía, les apoyaba; el único influyente que no necesitaba escolta, chofer ni seguridad discreta para moverse en esta ciudad.
Fue rico y probablemente aguilucho desde chiquitico, pero jamás partidario de deslumbrar a nadie con los teneres del lujo. Al contrario, en las décadas en que su nombre tuvo más fuerza que la de cualquier Presidente, sembró y concibió proyectos de desarrollo, echó a caminar empresas que hoy son modelo de permanencia y contribución en la banca, las telecomunicaciones, la educación, el turismo.
Tuvo las manos abiertas para la siembra, para la generosidad que no reclama y la responsabilidad como ciudadano para rechazar, en la primera línea, un intento de golpe militar para desconocer el voto popular en las elecciones ganadas a sudor y pulso por Don Antonio Guzmán.
Ayer, Don Poppy, el más especial de los santiaguenses, detuvo la andadura en el Chevrolet Caprice Classic. El cuerpo que cobijó sus ideas, su paz y su maravilloso don para tratar a la gente, fue despedido por el pueblo que le trató y le amó en circunstancias diversas. Alguien recomendó una vez “vive de tal manera que cuando mueras hasta el sepulturero lo sienta”. Indudablemente que el corazón de esta ciudad, siente y lamenta la muerte física de Don Poppy.
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