Hace un tiempo fui al museo de Van Gogh en Amsterdan donde se encuentra la colección más completa del mundo de este renombrado pintor. Estos cuadros fueron heredados por su hermano Theo, quien era coleccionista y marchante de arte luego pasaron a manos de la esposa de Theo, la señora Johanna y por último a manos de su hijo, el sobrino de Van Gogh, llamado Vincent Willem, quien conservó la colección.
En este museo se puede apreciar su obra el sembrador, el cual es una metáfora de la palabra de Dios; también quedé deslumbrado con su cuadro titulado “ La cosecha”, considerada como su mejor pintura, con su delicioso color azul celeste y amarillo mantequilla; me deleitaron sus girasoles pintados con una paleta limitada en diferentes tonos de amarillo y ocre; también me llamaron la atención sus autorretratos que muestran el avance de su técnica, y revelan también sus juegos contrastantes del círculo cromático.
Aunque muy poco apreciado en su época, Van Gogh es uno de los pintores de mayor popularidad hoy y sus obras son muy cotizadas; lo que prueba que los “ intelectuales “ se equivocan, que enjuiciamos sin saber y que no podemos apreciar a un artista si no hemos tratado de transitar su camino en sus zapatos. Por eso digo en mi obra El arte de vivir:
“ Escribe, pinta , crea, haz lo que pone a danzar tu alma, porque la posteridad, casi siempre nos enjuicia mejor que nuestros contemporáneos.
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