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lunes, 28 de agosto de 2017

Un tributo a los policías caídos

Pedro Dominguez Brito
Especial/Noticias A Tiempo.Net
E-mail: josemlct11@hotmail.com

Hace años, en mi condición de abogado, visité un destacamento policial para tratar asuntos propios de mi profesión. Era casi de noche. Me atendió un joven, vestía camisa azul y pantalón kaki. Me pareció un estudiante de liceo nocturno haciendo pasantía en un cuartel.

Hablamos de mi caso con detalles, me trató bien, fue amable, aunque se le notaba cansado. Me pidió que regresara temprano al día siguiente para continuar con las investigaciones. Por su actitud, me pareció que pronto aquel imberbe sería un gran oficial.

Horas después, con el sol despertando, yo estaba en el pequeño despacho, ahora con más papeles sobre el escritorio. Y me recibió de nuevo aquel ser humano, en esta ocasión visiblemente agotado. No podía evitar los bostezos y su ropa escolar estaba bastante estrujada. Tenía cara de hambriento con dignidad.

“Perdóneme licenciado, es que no dormí trabajando en la calle, en unos operativos”, me dijo como justificando sus ojeras y su evidente falta de aseo. Le creí, pues en esta ocasión llevaba un chaleco antibalas y el arma muy visible.

Le sugerí paternalmente que fuera a descansar y le brotó una leve sonrisa. “Licenciado, yo no me gobierno, hago lo que me mandan”, me expresó, e inició el análisis del asunto que le había planteado.

Más tarde me enteré que unos delincuentes lo habían matado, dejando sin padre a dos hijos. Esa muerte me llegó, pues no es menester conocer a alguien para sentir su desgracia, que si así fuere la palabra solidaridad no existiría.

En ocasiones somos muy injustos al evaluar la labor de la Policía Nacional. Vemos lo malo de sus actuaciones y no los sacrificios que hacen sus miembros, arriesgando su vida a cada momento.

Para colmo, los uniformados no cuentan con los beneficios de los trabajadores por tiempo indefinido, ni tienen la libertad de los trabajadores informales. No creo que se les pague horas extras ni días feriados o no laborables; si son trasladados fuera de sus hogares a lugares lejanos, les mantienen las mismas condiciones económicas; no reciben bonificación; su seguridad social no es la más adecuada; y a esto se agrega que públicamente no pueden exigir mejoría. Gracias a Dios ahora cuentan con un adecuado Seguro Médico a través del SENASA.

Por ello, recordé a aquel servidor público cuando recientemente leí con horror que en los últimos días han sido asesinados varios policías, muchos estando de servicio. Y eran personas humildes, de carene y hueso, que patrullaban para protegernos, que amaban, que lloraban, que aspiraban a vivir con cierta dignidad. ¡Mis respetos a esos policías que entregaron su vida cumpliendo su deber!

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