José Manuel Castillo, director Noticias A Tiempo. Whatsapp: 8098160105, josemlct11@hotmail.com. Santiago, República Dominicana.

jueves, 15 de junio de 2017

El Trío Matamoros y el ciclón de San Zenón

Fuente, Diario Libre

El 16 de mayo del año 1930 los dominicanos fueron a las urnas para elegir a un nuevo Presidente de la República. Para ese entonces la campaña electoral ya estaba seriamente empañada por los ataques terroristas que los militares habían lanzado contra los candidatos demócratas de la llamada Alianza Nacional Progresista. 

Estos candidatos civiles se vieron obligados a abandonar la contienda para escapar de la violencia y proteger sus vidas. Las elecciones se celebraron con la participación de un candidato único, el General Rafael Trujillo, Jefe del Ejército, quien en febrero de ese año había orquestado un golpe de Estado que obligó al depuesto presidente Horacio Vásquez a exiliarse en Puerto Rico. Sobra decir que la abstención electoral fue abrumadora, pero Trujillo "ganó" las elecciones con la casi totalidad de los votos emitidos. 

El 16 de agosto de ese mismo año, Trujillo se juramentó como el nuevo Presidente de la República Dominicana ante un pueblo aterrorizado que observaba incrédulo como este advenedizo social de dudosas credenciales morales, originario de una familia de cuatreros, había ascendido rápidamente desde los rangos inferiores de la milicia a la primera magistratura de la Nación. 

Trujillo tenía tan poca aceptación dentro del electorado que uno de los slogans más populares de la campaña era "no puede ser", pero sus bandas de delincuentes armados y las patrullas militares que aterrorizaban a los ciudadanos obligaron al retiro de sus opositores de las elecciones. Fue así como el Jefe del Ejército se convirtió en el Presidente del país y, para despejar el panorama de desconfianza nacional, Trujillo inició su mandato con el tema "no hay peligro en seguirme".

Dos semanas después de Trujillo haber tomado posesión, el día 3 de septiembre de 1930, la ciudad de Santo Domingo fue víctima de uno de los huracanes más fuertes y destructivos de su historia. Entre los sobrevivientes de esta tormenta se encontraba un trío de músicos cubanos que habían llegado a Santo Domingo trece días antes de las elecciones para realizar una serie de presentaciones. 

En aquellos años la República Dominicana mantenía frecuentes contactos e intercambios culturales con Cuba. Entonces la ciudad de La Habana era un centro artístico muy activo que irradiaba su influencia sobre todo el Caribe y México, y exportaba músicos y cantantes que difundían con éxito el son, un género más popular que las tradicionales danzas españolas o los danzones y danzonetes criollos. 

A fines de la década de los años veinte, ni siquiera el bolero, que era entonces un incipiente género musical caribeño, podía competir con la popularidad del son cubano. En esos años, el son era una forma de expresión que había alcanzado la madurez, y sus orígenes podían rastrearse con facilidad hasta la segunda mitad del siglo 19.

El Trío Matamoros, el grupo musical cubano más famoso de esa época, llegó a Santo Domingo el 3 de mayo de 1930. La carrera artística de este grupo abarcó casi 50 años e hizo historia en el Caribe y América Latina, así como en las comunidades latinas de los Estados Unidos. En 1930 Los Matamoros eran ya famosos y recibieron una calurosa bienvenida en la República Dominicana, donde permanecieron por varios meses.

Nuestros tres músicos, Rafael Cueto, Siro Rodríguez y Miguel Matamoros hospedaron en el tercer piso de una residencia privada en un vecindario densamente poblado conocido como "borojol", centro de la vida nocturna de la ciudad. El término "borojol" se deriva de la hispanización de Borough Hall. Los marines de los Estados Unidos, que ocuparon y gobernaron la República Dominicana de 1916 a 1924, popularizaron el nombre de este barrio. 

Miguel Matamoros era el líder del Trío y él contó las experiencias vividas en el huracán en una entrevista publicada por el sociólogo Dagoberto Tejeda Ortiz en 1971 (Ver: Dagoberto Tejeda Ortiz, "El Ciclón y los Matamoros", Ultima Hora (Santo Domingo), Domingo, 3 de octubre de 1998, p. 36.):

"En el año 1930 nosotros fuimos a Santo Domingo por primera vez; sí recuerdo que en esos días tomó posesión de la Presidencia Rafael Leonidas Trujillo. Allí nos cogió eso, y el ciclón San Zenón, dos días antes de la fecha que teníamos señalada para regresar a Cuba.

"Ese día del ciclón amaneció lloviendo muchísimo y había mucho viento y nadie se atrevía a salir a la calle; nosotros vivíamos en la casa de una amiga llamada Luz Saldaña. Entonces yo le digo a Siro y a Cueto: "Oigan, voy a salir", y por mucho que traté no pude hacerlo. El ciclón causó más de cuatro mil muertos y veinte mil heridos".

"El viento era tan fuerte que se llevaba las tejas del techo de la casa donde estábamos. Yo salí de la sala y me metí en la cocina, me escondí debajo del fogón de mampostería, de esos de tres o cuatro hornillas, llegó el momento en que yo creí que no hacía el cuento. El ciclón hizo mucho daño, y a mí me hizo mucho daño porque vi mucha gente muerta... Después que salimos de Santo Domingo yo compuse ese Son que se llama "El Trío y el Ciclón". 

He aquí el texto de esa canción, según una grabación realizada poco después de los hechos:

En una tarde de inquietud / Quisqueya vióse de pronto de pavor sumida.

Reinaba allí la lluvia, la centella,

y la mar por doquiera embravecida./ Horas después quiso la aciaga suerte /sólo dejar desolación, gemido, /el imperio macabro de la muerte / sobre el pueblo entero destruido / Cada vez que me acuerdo del ciclón / se me enferma el corazón.

Cada vez que me acuerdo del ciclón / se me enferma el corazón.

Cada vez que me acuerdo del ciclón / se me enferma el corazón.

Ayy, espiritistas inciertos / que muchos hay por allá... / Ayy, espiritistas inciertos, / que muchos hay por allá, / porfiaban con terquedad / que los del Trío habían muerto / Cada vez que me acuerdo del ciclón / se me enferma el corazón.

Cada vez que me acuerdo del ciclón / se me enferma el corazón.

Cada vez que me acuerdo del ciclón / se me enferma el corazón.

Ayy, esto fue lo más sabroso: / que el Trío en un aeroplano... / Esto fue lo más sabroso: / que el Trío en un aeroplano / volviera a suelo cubano / para seguir venturoso.

Cada vez que me acuerdo del ciclón / se me enferma el corazón.

Cada vez que me acuerdo del ciclón / se me enferma el corazón.

Cada vez que me acuerdo del ciclón / se me enferma el corazón.

Ayy, aquí termina la historia 

de tan tremendo ciclón...

Aquí termina la historia / de tan tremendo ciclón: / los muertos van a la gloria / y los vivos a bailar el son.

Cada vez que me acuerdo del ciclón / se me enferma el corazón.

Cada vez que me acuerdo del ciclón / se me enferma el corazón.

Cada vez que me acuerdo del ciclón / se me enferma el corazón.

Hoy es importante esta entrevista porque en un foro de aficionados a la música popular en el internet (www.groups.com /hobby /ptopic63979.html) alguien, citando la memoria oral de su madre, disemina la falsedad de que esta composición fue hecha por Miguel Matamoros para conmemorar un ciclón que pasó por Cuba en el año 1933. Sin embargo, un sitio más profesional de música popular (www.laconga.org/matamoros_cp.htm), que contiene una biografía musical de Miguel Matamoros establece claramente que "El Trío y el Ciclón" surgió de la experiencia en Santo Domingo: "Los Matamoros salieron a República Dominicana de donde trajeron nuevas composiciones, El Trío y el Ciclón y la célebre Lágrimas Negras, ambas fruto de experiencias reales". En la entrevista también queda claro el origen de "Lágrimas Negras" y de otro famosísimo son de los Matamoros, "Son de la Loma". 

Sobre la primera de estas dos canciones Miguel Matamoros le contó a Tejeda Ortiz: "Lágrimas Negras. Sí, es un bolero-son, pero no lo compuse por un asunto mío, no señor, sino por una vecina que siempre llegaba a la casa lamentándose de que el marido, sin razón, la había dejado abandonada, por eso la poesía dice "Aunque tú me has dejado en el abandono, aunque tú has muerto todas mis ilusiones...". Sobre el segundo son la memoria de Miguel Matamoros es la siguiente: "Una noche en que yo estaba dando una serenata en Trocha y San Pedro, frente al sanatorio "La Colonia Española"...entonces de una casa cercana salió una señora con su hija, pequeñita ella, y me dice así: "Señor, señor, mi hija quiere conocer a los cantantes, quiere saber de dónde son". Entonces yo me inspiré en esa pregunta y esa misma noche hice el resto de la poesía. No, no señor, la gente no sabe lo que dice: Son de la loma, quiere decir, que son de Santiago; y cantan en llano quiere decir que cantan en La Habana".

El huracán que destruyó gran parte de Santo Domingo en 1930 fue llamado San Zenón a partir del miércoles 14 de septiembre, once días después del huracán y cuatro días después que el periódico reinició su publicación. Hasta entonces le llamaban indistintamente la tormenta, el ciclón, o el huracán del 3 de septiembre. 

San Zenón pudo haber sido una más de las típicas grandes tormentas caribeñas de no haber sido por el rápido crecimiento que había experimentado la ciudad de Santo Domingo durante la década de 1920 debido a la migración acelerada de los campesinos que trataban de escapar de la pobreza. El censo municipal de 1919 registró apenas 26,812 habitantes en la ciudad, pero en 1935 la población había alcanzado la cifra de 116,992. Se estima que la población de la ciudad en el año de 1930 era cercana a 50,000 habitantes. Si las cifras oficiales de 4,000 muertos y 19,000 heridos son ciertas, entonces uno de cada dos habitantes de la ciudad sufrió heridas o murió a causa del huracán, haciendo de este fenómeno uno de los peores, sino el más letal en la historia del Caribe, hasta hoy.

El ciclón fue percibido como tal por los moradores de la ciudad así como por los funcionarios públicos que tuvieron que enfrentarlo. Cuando el periódico Listín Diario logró circular nuevamente el 10 de septiembre, una semana después del meteoro, el titular de primera página decía que "fue azotada la ciudad por un huracán de intensidad apocalíptica, el cual la redujo a escombros en pocas horas sembrando el exterminio". De acuerdo con esta fuente, el 70% de las casas de la ciudad quedaron totalmente destruidas y un primer estimado decía que el número de muertos ascendía a más de 3,000, en adición a más de 8,000 heridos. 

En la entrevista concedida por Miguel Matamoros también se lee que "los muertos los cargaban al parquecito que actualmente está frente al fuerte de Santa Bárbara, en lo que era el centro de Borojol, frente al antiguo cabaret "La Perrera" y las cercanías del aristocrático (sic) "Bombillo Rojo". Por otra parte, los muertos recogidos en la parte sur de la ciudad los amontonaban y los cremaban en la entonces llamada Plaza Colombina que luego recibió el nombre de Parque Infantil Ramfis y que hoy se conoce como Parque Eugenio María de Hostos, frente al obelisco de la Avenida George Washington.

Una noticia positiva fue que la antigua zona colonial soportó la tormenta bastante bien ya que la mayoría de las casas y edificios públicos estaban construidos en piedra o en mampostería, aunque muchos perdieron sus tejas y sus puertas, y muchas ventanas sufrieron daños.

Esta información no debería sorprendernos porque la parte colonial de Santo Domingo tenía más de 400 años de antiguedad y había enfrentado muchos huracanes anteriormente. La devastación, por tanto, tuvo lugar en los barrios nuevos creados por los inmigrantes recientes que invadieron la ciudad tras terminar los trabajos de las primeras carreteras que conectaban la capital con el interior del país. Estas carreteras comenzaron a ser construidas por el gobierno militar norteamericano entre 1917 y 1922, y continuaron durante el gobierno de Vásquez entre 1924 y 1930.

Antes de las carreteras, la capital de la República Dominicana parecía más una capital de provincia que una urbe de importancia, con menos de 70 manzanas urbanizadas encerradas dentro de sus antiguas murallas coloniales. Recuérdese que todavía en 1911 el pueblo de San Carlos y sus alrededores funcionaban como un municipio independiente de la ciudad de Santo Domingo, y la capital apenas había comenzado a extenderse tímidamente fuera de las murallas hacia el barrio conocido como "Ciudad Nueva", al oeste de los muros, y hacia la llamada Villa Francisca, al norte.


El huracán que destruyó gran parte 

de Santo Domingo en 1930 fue llamado San Zenón 

a partir del 14 de septiembre, once días después 

del huracán y cuatro días después que 

el periódico reinició su publicación.

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