Félix Jacinto Bretón/Trinchera
A raíz de mis múltiples visitas a “la isla fascinante” -como llamó a Cuba nuestro querido e inolvidable profesor Juan Bosch- he podido ser testigo de infinidad de ejemplos que, confieso, han hecho correr las lágrimas por nuestras mejillas ¡lágrimas de emoción!
Recuerdo aquella vez que encontrándome en un parquecito de Bayamo, por los alrededores de Café Serrano, tertuliando con Luis Carlos Frómeta Aguero–antiguo director de La Demajagua- y Eugenio Pérez Almarales -el actual- que se nos acercó una compañera, amiga o conocida de uno de ellos.
No sé quién inició el tema pero si, en la conversación informal que sosteníamos con la mujer, salió a relucir que ella viraba del hospital –no me acuerdo cual- donde un joven hijo había sido sometido a una delicadísima intervención quirúrgica….
A ese muchacho le habían hecho, incluso, un trasplante de riñón y se recuperaba satisfactoriamente. Supongo que, al día de hoy, ese compañero debe de estar en la calle sirviéndole a la patria, a la revolución.
Pero lo que quiero resaltar de esto es que -no sé si por ingenuidad mía por proceder de un país con una sociedad capitalista donde gran parte de la salud está privatizada- le pregunté a la compañera que ¿cuántos $$ había tenido que pagar por esa operación y por el trasplante? Como un rayo me respondió: ¡Ni un centavo!
Ante un testimonio de esta naturaleza este servidor –que como periodista y dominicano ha sido testigo de conmovedores casos en su pais, incluyendo de familiares y amigos cercanos – no pudo más que estallar en lágrimas silenciosas.
¡Eso es lo que se llama un sistema de salud realmente humano! le vociferé a Frómeta y a Eugenio, y a seguidas reflexioné: Ojala que algún día en mi tierra pudiéramos tener por lo menos algo parecido.
Una operación tan delicada y complicada como esta -que incluyó el trasplante de un importante órgano de nuestro cuerpo- en República Dominicana habría costado cualquier cantidad de plata en un centro privado de salud, una clínica como le llamamos allá.
Y para que ustedes vean que no estoy exagerando ni inventando ni hablando mentiras. Hay un caso reciente -de menos complicación que este que expongo- que envuelve al periodista Félix González, quien es un activo miembro del Comité de Amigos de Cuba en Montecristi. El colega sufrió un Accidente Cardio-Vascular (ACV).
Trasladado de urgencia a la ciudad de Santiago de los Caballeros, debió ser ingresado en un centro privado de salud, donde permaneció durante 58 días. Al final la cuenta a pagar por los servicios médicos que les prestaron al amigo alcanza ¡a los cuatro millones de pesos dominicanos! (Estaríamos hablando de unos 400 mil dólares, más o menos, al cambio actual de la moneda dominicana).
Como naturalmente estos recursos no estaban disponibles, hubo que poner en garantía la vivienda y un vehículo para que pudieran darle el alta al colega. Un verdadero “viacrucis” para los parientes de Félix.
Esta deuda hay que saldarla -según un documento firmado- antes del 26 de septiembre. Ustedes se imaginan el terrible dolor de cabeza que esto representa para una familia de ingresos económicos limitados, como es la de este colega.
Un caso de esta naturaleza, mientras Cuba viva en socialismo y en revolución, es imposible que se vea. Por eso es que grito a todo pulmón que, a pesar de los pesares, ¡Cuba, que linda es Cuba! ¡Vivan la revolución y el socialismo! ¡Seguimos en combate!
(Nota: Este articulo fue publicado en la edicion de este sábado, 23 de agosto, en el semanario LA DEMAJAGUA, que circula en toda la provincia de Granma, Cuba)
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