Salvador Allende
Desde mi Trinchera
Por Félix Jacinto Bretón
Santiago, Rep. Dom.- “Eso no está muerto/no me lo mataron/ni con la distancia/ni con el vil soldado”…Quien, de nuestros tiempos, no recuerda ese himno dedicado a Chile y lo que sucedió el 11 de septiembre de 1973, exactamente un día como mañana domingo, 38 años atrás.
Era todavía “un campesinito” para entonces, pues solo contaba con 20 años de edad. Apenas hacía mis primeros pininos en los medios. Estuve atento a los acontecimientos que ocurrían en el país sudamericano y viví “el gorilazo” como si hubiese estado allá.
Como en esos tiempos ni pensar en computadora ¡y mucho menos en Internet! permanecí literalmente pegado a un radito pequeño de pilas que había en casa. Los dramáticos sucesos del 11 de septiembre, en Chile, los seguí “paso a paso”.
El atrincheramiento de Salvador Allende y sus bravos seguidores, el bombardeo al Palacio de la Moneda por parte de las hordas salvajes de Augusto Pinochet -protagonista del golpe-, las últimas palabras y muerte del “presidente mártir” y el martirio de Víctor Jara y Pablo Neruda , son imágenes imborrables para mi.
"Alli yo tuve un odio,una verguenza/entre la multidud desesperada/ y el deseo de cambiar cada cuerca/por un saco de balas"...
Quiero reproducir en esta Trinchera, como homenaje a Allende y los que cayeron “de cara al sol” combatiendo junto a él, la alocución histórica que pronunció el presidente mártir, la cual pertenece al patrimonio cultural y político de la humanidad:
Seguramente, ésta será la última oportunidad en que pueda dirigirme a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las antenas de Radio Magallanes. Mis palabras no tienen amargura sino decepción. Que sean ellas un castigo moral para quienes han traicionado su juramento: soldados de Chile...
Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad al pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.
Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron y entregaron su alegría y su espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos, porque en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente; en los atentados terroristas, volando los puentes, cortando las vías férreas, destruyendo lo oleoductos y los gaseoductos, frente al silencio de quienes tenían la obligación de proceder.
Estaban comprometidos. La historia los juzgará.
Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz ya no llegará a ustedes. No importa. La seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal con la Patria.
El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse.
Trabajadores de mi Patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse.
Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.
¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores! Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición.
(Viva Allende por siempre. Seguimos en combate)
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