José Manuel Castillo, director Noticias A Tiempo. Whatsapp: 8098160105, josemlct11@hotmail.com. Santiago, República Dominicana.

viernes, 11 de junio de 2010

A quienes desean mi cabeza, también a ellos los quiero como amigos.


Espinal es miembro del la seccional del Colegio Dominicano de Periodistas (CDP) y directivo de la filial Santiago del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP).


JOSE ALFREDO ESPINAL
Editor/Caribbean Digital


SANTIAGO.- Los atentados contra la prensa en la República Dominicana surgen de todas las partes. Los más escandalosos y preocupantes en la sociedad son los sometimientos a la justicia, las amenazas de muerte y los asesinatos a periodistas.
El cierre de un medio de comunicación o de un programa X también es muy cuestionado.
Sin embargo, hay atentados silentes entre los propios periodistas, que además del daño profesional crea un problema emocional en el comunicador que se siente agredido y una satisfacción sarcástica en la persona que arremete.
Recuerdo que cuando laboraba en Clave Digital hubo un “colega comunicador” que me amenazó de muerte con darme un tiro en la boca, por un trabajo de investigación que había hecho sobre la Dirección de Migración en Santiago.
Años después, como periodista del periódico El Nacional, soy sometido a la justicia y me sentaron en aquel banquillo, acusado de difamación e injuria por una publicación sobre el secuestro del nieto de la UAPA. Finalmente el juez nos descargó.
En fin, son situaciones que como periodista nadie quiere ni desea tenerla como experiencia.
Empero, debo decir que, los momentos de amargura que he pasado con algunos de mis propios colegas periodistas son tan fuertes como los casos anteriores.
Últimamente he recibido dardos envenenados de periodistas, la mayoría mujeres, algunas personalmente y otras por las espaldas, que si no fuera por el escudo de mi Dios, a quien trato de servirle con orgullo y humildad, es muy posible que ya hubiese sido devorado.
Hoy hay colegas que me injurian diciéndome que por el hecho de que ocupe un puesto superior a ellas en un medio de comunicación ya creo que soy otra persona o peor aún, hasta ponen entredicho que haya aceptado a Jesucristo como mi Señor y Salvador.
Soy el mismo. Sólo que ahora tengo un poco más de edad, tengo una esposa y dos hijos, y un puesto laboral en el que hay reglas que debo y tengo que hacer cumplir mientras lo ocupe.
Por eso en este ejercicio periodístico, como en nuestras relaciones amorosas, hay que saber a quienes elegimos como nuestros compañeros y amigos, y también estar preparados por una traición interna.
Como cristiano que soy debo tenerlos a todos como amigo, ya sean estos los mismos que deseen destruirme.
Recuerden que quien vendió a Jesús estaba en su mismo grupo de confianza.

NOTA:
La Biblia no se equivoca al señalar que “el enemigo está en tu propia casa”.


Amigos, amigas, Dios les bendiga.

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