Grisbel Medina R.
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En la biblioteca pública donde trabajé, la gente solía leer los periódicos anclados a barras de madera. Los poetas eran visitantes frecuentes. A uno de ellos le mostré los experimentos ¨poéticos¨ que escribo desde adolescente.
Al mirar mis amados partos literarios, su gesto de desaprobación me frustró de tal manera que jamás he abierto la libreta donde fui feliz anotando sueños, componiendo estrofas, garabateando estribillos. El tiempo desveló la incompetencia de aquel ¨poeta¨ sin luces que me truncó la vena. El viento se tragó la escasa sangre de su libro y continuamente criticaba a las mujeres- que descollaban en la poesía.