viernes, 12 de diciembre de 2014

Terapeútico

Grisbel Medina R. 
Fuente, http://www.listindiario.com/

Para entonces, ignoraba que la corteza del tronco de roble era materia prima de un té amarguísimo utilizado para fines abortivos.

El árbol siempre amanecía rasgado en el tiempo en que éramos felices jugando a la plaquita. En el barrio la infusión de roble era la forma de adelantar un aborto inseguro, clandestino, peligroso. De la industria farmaceútica es conocida la pastilla ñbarata y accessible- para los mismos fines. No pregunte cuál, todo el vivo sabe.

En fin, el aborto es tema antiguo. Se realizan y seguirán practicándose en circunstancias no apropiadas. Las muchachas pobres seguirán muriendo porque el imperio del poder político aliado a un sector de la fe, las asume como incubadoras y no como ente con derechos.

Las muchachas con recursos viajarán a deshacerse del embarazo no deseado o se instalarán en una clínica privada para mantener silenciado el tema que posiblemente echaría a perder la “reputación” familiar.

Con el aborto seguimos haciéndonos los tontos en un país donde los embarazos en la población adolescente son una alarma internacional.

El aborto terapeútico sugerido por el presidente Danilo Medina “cuando la vida de la madre corre peligro, cuando la madre ha sido víctima de violación o incesto o cuando el feto tenga malformaciones incompatibles con la vida”, sería lo más cercano al clima de derechos, a lo humano, a la justicia a favor de las mujeres. Obligarla a parir el fruto de una violación es un crimen igual a la acción terrible del estupro.

También es grave dejar morir una embarazada en riesgo porque es ilegal el aborto. La penalización de la interrupción del embarazo le amarra las manos a la clase médica y condena a doble muerte a las mujeres, las pobres que también votan señores legisladores. 


Por último, comparto este pedacito del “¿Miedo a las Iglesias?” de la distinguida dominicana Rosario Espinal: “Una diferencia fundamental entre las leyes religiosas y civiles es que las religiosas pueden invocar el sacrificio hasta con la muerte (como testigos los fundamentalistas religiosos que matan y mueren en nombre de una misión divina). Por el contrario, las leyes civiles en una democracia buscan maximizar las garantías de vida y libertad. Cuando una vida en gestación se coloca por encima de la vida y salud de la madre, se está invocando el posible sacrificio mortal de la mujer.

Ese martirologio puede dictarlo una religión a sus seguidores, no el Estado democrático en un Código Penal que será aplicado a todos. Señores congresistas: legislen con sensatez a favor de los derechos de toda la ciudadanía. Para eso, y sólo para eso, fueron elegidos.”

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