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jueves, 13 de noviembre de 2014

El “homo corticem”

Pedro Dominguez Brito
Especial/Noticias A Tiempo.Net
E-mail: josemlct11@hotmail.com

El corcho que conocemos fue inventado en el Siglo XVIII por Dom Perignon, un destacado monje de la Abadía de Hartvillers, en la región francesa de Champaña.

De seguro este personaje nunca imaginó que determinadas personas se transformarían en corchos, y no precisamente para cerrar botellas, sino para mantenerse siempre arriba en cualquier circunstancia, sin importar el método que han de utilizar.

Hablemos del “homo corticem” (“hombre corcho” o “mujer corcho”), un espécimen que en esencia no ha evolucionado, pues, a pesar de los avances de la ciencia, la condición humana se ha mantenido inalterable, especialmente con relación al poder, cuya búsqueda para muchos se ha convertido en obsesión y razón de existir.

Este prototipo se especializa en flotar junto a los que detentan el poder, no importa que el río esté caudaloso, que haya un maremoto, que gobiernen los anarquistas o los musulmanes o de que sus otrora contrarios asuman el control del país o de alguna institución pública o privada.

El “hombre corcho” o “mujer corcho” hace todo lo necesario para continuar en la cima, aunque para tal fin requiera ahogar a su madre o enlodar un altar. Carece de escrúpulos y de vergüenza, la traición es su mandamiento, le da “tres pitos” el qué dirán, es un maestro de la lisonja y conoce al dedillo las debilidades de los jefes.

Como el corcho, el “homo corticem” se caracteriza por su flexibilidad, ya que se adapta a cualquier escenario. Toma la forma que le exige el poder. Es un perfecto camaleón.

Le es indiferente proceder de modo ridículo o comportarse como un sabio si con ello logra sus propósitos. Su meta es complacer como sea al que puede servirle de ayuda.

Aunque resulta común que el “hombre corcho” o “mujer corcho” aparezca en ciertos sectores de la sociedad (centros de trabajo, clubes deportivos, asociaciones empresariales, etc.), donde más se destaca su presencia es en la actividad política; aquí están los mejores profesores y alumnos.

Los cambios de la temperatura política no le afectan: si hace calor, anda desnudo; si hace frío, se arropa con la piel del que ya no representa nada.

Estar cerca del “homo corticem” es peligroso, pues sólo es amigo de sí mismo y de sus intereses, y cuando ya no le seas útil, te lanzará al pantano, te asfixiará y se posará sobre tu cadáver para seguir manteniéndose en la superficie, aprovechándose de lo que su mente cancerosa considera es el poder.

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