José Manuel Castillo, director Noticias A Tiempo. Whatsapp: 8098160105, josemlct11@hotmail.com. Santiago, República Dominicana.

jueves, 2 de octubre de 2014

“¡Carajo Gonzalo, cuánto has querido al pueblo dominicano; por eso también te queremos a ti!”

Foto: Gonzalo Vargas Llosa.
Palabras de Roberto Alvarez en el acto de despedida de Gonzalo Vargas Llosa como representante del ACNUR en la República Dominicana durante los últimos 4 años.

Fuente, http://acento.com.do/
SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Gonzalo Vargas Llosa, representante saliente del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), fue despedido la noche de este miércoles por un nutrido grupo de representantes de organizaciones políticas, de sociedad civil, miembros del Congreso y directivos de organismos internacionales, además de periodistas y amigos personales.

En encuentro se desarrolló en el restaurante Scherezade, y contó con las palabras de bendición del obispo emérito de la Iglesia Anglicana dominicana, Monseñor Julio César Holguín. En nombre de los amigos y relacionados pronunció las palabras de despedida el abogado Roberto Alvarez, y el periodismo Ramón Emilio Colombo hizo la introducción y explicó las razones del encuentro. Colombo entregó como recuerdo a Gonzalo Vargas Llosa una caricatura suya, realizada por el artista José Mercader.

Gonzalo Vargas Llosa agradeció la amistad y el cariño, y dijo que durante 4 años que estuvo en la República Dominicana encontró muestras de solidaridad entre dominicanos y haitianos, especialmente en la frontera, nunca olvidará. Dijo que se marcha luego de haber cumplido una labor compleja y satisfactoria, donde además de las dificultades y la deshumanización que encontró, también fue testigo del fuerte compromiso de dominicanos respetuosos de los derechos humanos, valientes defensores de los valores democráticos, y verdaderos patriotas, que ponen el alto el nombre y la tradición democrática del país. Agradeció la presencia del representante de Naciones Unidas, Lorenzo Jiménez, de representantes de la Unión Europea, y en especial de tantos amigos dominicanos valientes, en quienes siempre encontró apoyo y solidaridad.

Al encuentro asistieron, además, representantes de organizaciones de la sociedad civil. Estuvo Sonia Diaz, coordinadora general de Participación Ciudadana, Rosalía Sosa, directora ejecutiva de la misma entidad, Rafael Toribio, del INTEC, Nuria Piera, Altagracia Salazar, Juan Bolívar Diaz, las diputadas Guadalupe Valdez y Minou Tavárez Mirabal, Miguel Ceara Hatton, Elisabeth Puig, Federico Martinez Monge, del ACNUR, Adalberto Grullón, el cantautor Víctor Víctor, entre otros.

A continuación las palabras de Roberto Alvarez sobre Gonzalo Vargas Llosa

Palabras de despedida para Gonzalo Vargas Llosa

Roberto Álvarez

Santo Domingo, R.D.

1 octubre 2014

Amigas y amigos, agradezco al Comité de Solidaridad con las Personas Desnacionalizadas por la Sentencia 168-13 y al grupo de periodistas que han convocado a este acto de despedida, el privilegio de haberme seleccionado para pronunciar estas palabras en honor de Gonzalo Vargas Llosa, quien, después de 4 años y 9 meses en nuestro país, concluye su mandato como Jefe de Misión del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), institución que ha recibido el premio Nobel de la Paz en dos ocasiones: 1954 y 1981.

Es oportuno señalar que, por lo general, la duración del mandato de un representante del ACNUR se limita a tres años.

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Gonzalo Vargas Llosa es hijo de Mario Vargas Llosa, premio Nobel de Literatura 2010, y Patricia Llosa, hermano de Álvaro y Morgana, y padre de Josefina y Ariadna.

Gonzalo ingresó al Alto Comisionado en agosto de 1991, con apenas 24 años de edad y recién egresado de la universidad de Cambridge. En el lapso de los 23 años transcurridos desde entonces ha tenido que lidiar con todas las catástrofes imaginables: desde la guerra de Bosnia hasta Libia, pasando por Afganistán, Pakistán, Sudán e Indonesia, solo para mencionar algunas de ellas.

Cuentan que, con apenas 18 o 19 años de edad, Gonzalo decidió dedicarse al trabajo humanitario a raíz de una visita que hiciera junto a su padre a un orfanato en Ayacucho, Perú. La vena aventurera la traía desde las primeras lecturas de clásicos, obligadas por su padre, como Las mil y una noches, Los tres mosqueteros, oRobinson Crusoe, pero también de los viajes de vacaciones de la familia que, cuando joven, lo llevaron a lugares exóticos y riesgosos.

Dice su hermano mayor, Álvaro, que el trabajo solidario y de trotamundos con ACNUR “le ha costado a Gonzalo hasta su vida familiar, por los largos períodos de tiempo que ha tenido que pasar en lugares donde no era posible estar con familia”. Pero de inmediato añade Álvaro, que “a pesar de ello no pierde las buenas costumbres, incluyendo una gran capacidad para hacer amigos”; dice que no conoce a nadie “que tenga tantos y en tantos lugares, y un éxito envidiable con las mujeres que nadie más en (la) familia está en condiciones de igualar”.

Álvaro revela que “quizá, desde el punto de vista de la familia, lo más sorprendente en Gonzalo es que pasó de ser un joven rebelde, indisciplinado e incontrolable a convertirse en un perfecto diplomático. Nadie en su sano juicio hubiera pensado cuando él tenía 17 o 18 años y revolucionaba todo -el colegio, la universidad, la familia- con su espíritu rebelde, que acabaría representando a Naciones Unidas”.

Finalmente, Álvaro aconseja a que “nunca se te ocurra quedarte en su casa y llegar de noche con hambre porque nunca encontrarás en la nevera un pedazo de pan siquiera (con suerte una cerveza, pero nada de comida). Si te invita a pasar un fin de semana, es importante que pases por el supermercado antes”.

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Estas rápidas pinceladas nos ofrecen una breve visión del carácter de Gonzalo cuando, a raíz del terremoto de enero de 2010 que devastó a la vecina nación de Haití, recibió una llamada telefónica de su jefe, con la orden de trasladarse con urgencia a nuestro país para brindar el apoyo del ACNUR a las personas afectadas por el cataclismo.

Le tocó entonces la delicada responsabilidad de abrir la oficina del ACNUR en nuestro país, después de muchos años de esfuerzos infructuosos de parte de Naciones Unidas.

En años previos, cuenta el padre Mario Serrano, S.J., el Servicio Jesuita a Migrantes se encargaba del acompañamiento legal a los refugiados. “La llegada del ACNUR”, dice Mario, “vino a reforzar la incidencia para intentar sacar de su parálisis los casos de los solicitantes de refugio que están en manos de un organismo que, como tantos, no funciona en el país: la Comisión Nacional para los Refugiados (CONARE)”.

“Aunque la situación de la mayoría de los solicitantes de refugio permanece en el limbo”, añade el padre Serrano, “me consta que el trabajo del ACNUR ha sido enorme” y agrega que “bajo la sabia dirección de Gonzalo, ha promovido el acompañamiento no solo de los refugiados y sus descendientes, sino también de los inmigrantes y los desnacionalizados que han quedado en condición de apátridas”.

“Me reuní en no pocas ocasiones con Gonzalo para tratar temas relacionado con los refugiados, los inmigrantes y desnacionalizados. Saludo su capacidad para el dialogo horizontal, respetuoso y sincero. Gonzalo es todo un caballero con quien se puede dialogar temas conflictivos. La virulencia con que ha sido atacado muestra la irracionalidad de quienes le han adversado, pues la altura y delicadeza con que Gonzalo aborda los asuntos está lejos de todo tipo de manifestación de ofensa”.

Finaliza Mario expresando “durante estos años hemos gozado de un amigo de trato inteligente, delicado, respetuoso y comprometido. No debo olvidar la firmeza de sus planteamientos y su apertura al debate y al diálogo. Entiendo que estas cualidades le han ayudado para poder dialogar tanto con el Estado como con las organizaciones de derechos humanos de forma serena sin abandonar la causa de éstos”.

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Como uno de los 51 Estados fundadores de las Naciones Unidas en 1945, República Dominicana ha ratificado una larga lista de tratados de derechos humanos, lo cual necesariamente ha implicado una cesión de parte de nuestra soberanía en materia de derechos humanos.

Como funcionario de una de las agencias que tiene sus raíces en los inicios más remotos de la civilización, en los mitos, creencias y valores más antiguos y acendrados de la humanidad, Gonzalo ha entendido claramente que la protección de los derechos humanos se convirtió, por decisión soberana de la comunidad internacional, en un tema que trasciende las fronteras nacionales.

Gonzalo deja un legado importante en el país: además de abrir la oficina de ACNUR, ha reactivado y reforzado el sistema de asilo, brindando una protección más efectiva a los refugiados y solicitantes de asilo; cifra que, de acuerdo al primer censo de refugiados y solicitantes de asilo en Republica Dominicana llevado a cabo en 2012 conjuntamente con la Pastoral Haitiana, no llegaba a las 2,000 personas, la mayoría de ascendencia haitiana, pero también, entre otras nacionalidades, cubanos, sirios, e iraquíes.

Pero en mi criterio, la mayor contribución de Gonzalo ha sido la de colaborar en colocar el tema de la apatridia, a raíz de la Sentencia 168-13, en nuestra agenda central de derechos humanos y en buscar una solución a esta dramática situación.

Puede decirse que con su labor, Gonzalo ha hecho suyo la prédica del evangelio de Mateo 25, versículos 35 y 36, que dice: “Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed, y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme”.

Gonzalo, entendemos plenamente que ha sido tu profundo amor por el pueblo dominicano el que te ha llevado a dedicar incontables horas tratando de poner tu granito de arena por mejorar lo que es más sagrado en la vida: la dignidad del ser humano.

¡Carajo Gonzalo, cuánto has querido al pueblo dominicano; por eso también te queremos a ti!

Buena suerte.

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