Por Félix Jacinto Bretón
bretonfelixjacinto@yahoo.com
II
No queríamos marcharnos de Bahía de las Águilas. Demasiado embrujo tiene ese lugar como para querer salir tan rápido. El “botero” -que no es otro que el amigo que nos llevó en el bote hasta la playa- pasó a recogernos a las 3:00. A las 3:30 ya desandábamos de nuevo el camino hacia Barahona.
Quisimos detenernos en Los Patos por insistencia de José Domingo pero, al estar muy congestionada, decidimos proseguir la marcha. La parada, con tiempo, la hicimos en San Rafael, donde hay una acogedora cascada cuyas aguas se mantienen siempre cristalinas y frescas, con una pequeña represa antes de dar al mar.
Allí aprovechamos para cenar. El menú consistió en pescado frito, moro de guandules (acabadito de cocinar a leña), pescado con coco, carne de cerdo y tostones, a los que les dimos “machete gillette” de inmediato. El costo de todo fue de 2 mil 500 pesos ¡y comimos 13 personas!
Apuramos la marcha para llegar al hotel y, después de un baño en la piscina para quitarnos la sal de la playa, a la cama temprano, porque la ruta que nos esperaba al otro día, era laaaaarrrrrga y tendida, ya que incluía el Lago Enriquillo.
Humberto, con los primeros rayos del día, ya estaba despertando a los muchachos, en especial a Enmanuel, hijo de Gisell, que era el más dormilón del grupo. Apuramos, y después de desayunar y dejar “todo bajo control” en el hotel, emprendimos la marcha hacia Bahoruco, con un par de paraditas en la ciudad para abastecernos de combustible y comprar el Listin.
Tomamos la ruta de El Cachón y proseguimos rumbo a Cabral, La Salinas y Duvergé. Aquí nos confundimos, y en vez de continuar directo para llegar al Lago, nos desviamos hacia Neyba, lo que hizo el viaje más largo ya que le dimos la vuelta al mismo, porque debimos tomar después la carretera que pasa por La Clavellina, Villa Jaragua, Los Ríos, Postrer Ríos y La Descubierta, hasta ubicarnos a 31 kms de Jimani.
En Los Ríos se presentó un pequeño problema. Mientras avanzábamos, un chofer que conducía un minibús, con una buena defensa, nos dio un pequeño golpe por detrás, rompiéndonos una mica trasera. Cuando todo se resolvió, continuamos la marcha.
En 20 minutos estábamos frente a las llamadas “Caritas de los indios” ¡impresionantes! Se cree que estas caritas fueron diseñadas por los aborígenes que habitaban en la zona donde reinaba el místico Cacique Enriquillo.
El Lago lo teníamos en frente. En par de minutos ya estábamos en la entrada. Triunfel pensaba que podía entrar en el vehiculo y estuvo a punto de atropellar…¡a dos gigantes iguanas! Todos quedamos maravillados con estos animalitos.
La idea era alquilar un bote para llegar hasta la Isla Cabritos, que queda en el centro y donde se aprecian -a flor de agua- los Cocodrilos. Lo avanzado de la hora, ya pasaba del mediodía, no obligó a desistir de este propósito.
En el Lago sufrí un percance. Ocurrió que, al desplazarme sobre unas piedras para tomar algunas fotos, di un resbalón sufriendo duramente mi tobillo derecho. Comprobé que, de verdad, cuando ocurre algo así, todo el mundo se ríe, menos uno.
Al principio no sentí dolor alguno pero, al avanzar las horas, se me fue hinchando el pie y llegué mi casa, en la noche, prácticamente gateando. Pero gracias a Dios no hubo fractura y aunque todavía sufro la hinchazón, ya no me duele. Eso si, me vi obligado a tirarme una placa y luego acudir por ante el ortopedista y colega Ruddy Pichardo, en la Unión, que me chequeó, recomendándome paños de agua tibia con la aplicación de Voltaren y unas pastillas para el dolor (Continuara).
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