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martes, 15 de julio de 2008

El Yankee stadium: ¡es un templo...no lo tumben!


NUEVA YORK/Especial para EDLP — Parece un clamor general que no tiene eco, aparentemente, entre las autoridades que tienen la decisión de demoler las instalaciones del “Yankee Stadium’’, la casa del béisbol de las Grandes Ligas que ayudó a construir Babe Ruth, de cuyos cimientos se erigieron 26 títulos de Serie Mundial de la afamada y reconocida novena del Bronx, 39 banderines de la Liga Americana y otros 13 divisionales, amén de 3 “comodines’’ adquiridos.
A medida que avanzan los días, los seguidores del béisbol, los aficionados a los Yankees, y la gente del común y corriente, claman para que no se derribe el vetusto pero mítico parque de pelota, en donde se han consagrado egregias figuras del Rey de los Deportes, inolvidables y recordadas siempre por los fanáticos de ahora, y de épocas pasadas.
Para Carmen Sosa, una boricua que nació en San Juan y que creció por más de cinco décadas en el área donde está el escenario deportivo, “pensar en los Yankees, de ahora y de siempre, es hablar de béisbol, de ese deporte que nos ha dado grandes satisfacciones; en donde todos caben: Babe Ruth, Mickey Mantle, Joe DiMaggio, Lou Gehrig, Reggie Jackson, Bobby Murcer, Thurman Munson, Don Larsen, Mariano Rivera, y dejemos de contar’’.
Ella, con muchas canas que adornan su cabellera, es una de las que sostiene que ‘’nada más absurdo que derribar el estadio; no puedo creer que lo vayan a hacer. Eso no puede ser cierto’’.
‘’Los Yankees deben oponerse a que ese estadio desaparezca. Mire: allí jugaron peloteros que nadie puede olvidar. Dave Wenfield, Ron Guidry, Whitey Ford, Bobby Richardson, Yogi Berra, Don Matingly, y como seguidor de la novena, me parece que ellos no pueden dejar que sus pasos, tan históricos e inmensos para el béisbol, puedan ser arrasados de un día para otro’’, argumenta Guillermo Hernández, un mexicano que aun cuando le gusta mucho el fútbol, considera que “el béisbol es un deporte en donde se dan las cosas para engrandecer al hombre, y pienso ahora más que nunca, cuando ese escenario que estamos contemplando desde aquí, sea un pedazo de terreno y nada más’’.
Cruzando la 161 Street con River Avenue, en el Bronx, se está concluyendo el nuevo parque de pelota en donde a partir de la próxima temporada los Yankees jugarán los compromisos del Béisbol Organizado. Y en letras doradas, se lee: ‘’Yankee Stadium’’, algo que para Jaime González, nacido en Río Piedras, Puerto Rico, es la “muestra de lo que significa este parque de pelota para nosotros, los seguidores del béisbol y de los Yankees’’.
“Déjeme decirle, que esas letras doradas que estamos viendo, esculpidas en las puertas principales del nuevo escenario, es el producto de la gloria, la magia, las hazañas, las marcas, los días y las noches de júbilo, y por qué no, de algunas tristezas’’, sostiene González, un seguidor cien por ciento de los “Bombarderos de El Bronx”, que se desvive por la actuación de cada uno de los juegos de la novena.
“Yo siento una inmensa tristeza’’, nos añade y remata diciendo: “porque no hay derecho que tumben este parque de pelota, quizás es el templo del béisbol de las mayores. Y eso no me cabe en la cabeza. De ser cierto, puedo asegurarle que vendré a llevarme algo, cualquier cosa, para tenerlo como un recuerdo inolvidable de lo que fue este estadio, en donde vi jugar a mi ídolo de siempre: Lou Piniella’’.
“Si algo tenemos que hacer para que ese estadio no lo tumben, que lo digan. Es el templo del béisbol. No puedo pensar en que una mañana de estas amanezca y lo no lo vea, no lo pueda contemplar como hace tantas décadas lo hago desde que vivo en Nueva York’’, confiesa Daissy Pérez, quien nació en Santo Domingo, pero quien creció alrededor del famoso parque de pelota.
“No lo deben tumbar por nada en el mundo. Es una reliquia. Algo que no puede destruirse, mucho menos cuando por ese parque de pelota está pasando quizás la más grande figura del béisbol dominicano de todos los tiempos: Alex Rodríguez, quien va camino a la gloria’’, explica Daissy, y sostiene que “de llegar a ser cierto que lo van a derribar, yo iré muy temprano el día en que comience la destrucción, para llevarme para mi casa una foto en donde esté Babe Ruth, como símbolo de que la historia no puede ser vapuleada por la modernidad, por el dinero. Eso es una bofetada para el deporte’’.
Oriundo de Barranquitas, en Puerto Rico, Epifanio González, un veterano de mil batallas, está desilusionado desde cuando conoció que derribarán el viejo escenario. Él nos confiesa que nunca le pasó por su mente, que eso fuese a ocurrir.
‘’Cuando mis amigos me lo contaron, quedé frío. No sabía que decir. Nunca pensé que se les ocurriera acabar con el estadio. Deben dejarlo con un museo, como un grato recuerdo para los cientos de miles de aficionados que vienen a diario a ver el parque de pelota. Con el simple hecho de elevarlo a la categoría de museo, con sus propios ingresos se podría mantener intacto y quizás mejorarlo’’, es la tesis de Epifanio.
Cree González que ‘’lástima que todo lo miren desde el punto de vista del negocio, del dinero. No sé hasta dónde puede llegar con esa ambición. Soy un acérrimo aficionado de los Yankees, y mi ídolo de siempre ha sido Mickey Mantle, hasta el punto que cada vez que pruebe suerte en algo, utilizo el número siete, que fue el que siempre lució ese extraordinario jugador, cuya fama y gloria trasciende los errores que los humanos cometemos, con el único fin de tener más dinero, como si algo de esos billetes se fuera a llevar uno cuando le corresponda irse para el otro mundo’’.
Todos estos seguidores de los Yankees, aficionados al béisbol y defensores a ultranza de que el ‘’Yankee Stadium’’ no sea demolido, recuerdan con verdadera nostalgia los dos pequeños parques que se construyeron a pocos metros del escenario, en homenaje y memoria de Babe Ruth y Lou Gehrig, en donde fueros instaladas sendas placas de esas leyendas de los Yankees.
Empero, la modernidad llegó por la puerta de atrás, y en un abrir y cerrar de ojos, reconstruyeron los dos sitios de expansión y recreación. Quedaron muy bonitos, por cierto. Pero las placas, nunca más se instalaron, nadie sabe dónde están, ni que hicieron ellas. Ya no existen como se habían “bautizado’’.
¿Pasará eso mismo con el mítico ‘’Yankee Stadium’’, cuya gramilla ha sido pisada por quizás todos los inmortales del béisbol? A lo mejor sí, si permitimos que el escenario desaparezca, como ocurrió con el muro de Berlín…


fuente, bbc

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