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domingo, 11 de octubre de 2015

Ni Dios ni millones…y por favor Margarita no hables de selva

Foto: Acento.com.do/Archivo/
Marcos Martínez le ganó el pleito
a Margarita Cedeño.
Que cada vez que hablas, suponiendo que todos los demás son idiotas, te pones en mejor evidencia.

Fuente, Acento.com.do

MADRID, España.-Que no te guilles, que no te guillles. Que el horno no está para mentirillas y poses alambicadas, y lo sabes. Yo que estoy al otro lado del Atlántico siento y percibo lo que ocurre en nuestro suelo.

Que cada vez que hablas, suponiendo que todos los demás son idiotas, te pones en mejor evidencia.

¿Qué pienso de tu tesis sobre la “iluminación” de Dios?

Que Dios sería muy pendejo para iluminar en favor de injusticias, que Dios sería muy pendejo para iluminar a gente que vive rodeada de lambones que les hacen creer que ellos mismos son dioses.

Que, finalmente, Dios sería muy pendejo para proteger a gente que se ha burlado de la confianza popular en nombre de malos manejos que con lagrimitas de cocodrila no se pueden ocultar.


Debo recordarles que (para los que son creyentes no es mi caso) nadie que teme Dios de verdad somete a un pueblo a tanta diatriba e ingnorancia, a tanta dádiva interesada y a tantas mentiras como castillos de arena derrumbados, nadie lo haría

En América Latina, te lo recuerdo porque dudo que lo tengas presente o te hayas enterado, la historia del patrimonialismo es larga y difícil. Pero un señor mexicano universal llamado Octavio Paz, en El Ogro Filantrópico, ya había dado señales que deberías leer para que veas tu retrato y el de los tuyos, la acumulación en nombre de lo ajeno. La filantropía en nombre de la miseria de los demás no es más que una maldita cortina de humo ante los sufrimientos y ruegos de los más jodidos, los que no tienen fuerzas social ni nombradía para pedir justicia sobre su patrimonio simple, desaparecido y mancillado.



Y entre declaraciones y declaraciones con velo de inocencia púdica, el sarcasmo se hace peor y hunde, pone al descubierto el cinismo de aquellos y aquellas voraces, cuya avaricia -ya hace siglos- Honorato de Balzac dibujaba, sin sospechar que en un lugar de los trópicos siglos después

tendría un prototipo femenino, digno de su conocimiento.

La simulación, la farsa y la lengua ligera, suelen ser un trinomio que hace retrato.

¿Quién puede pedirle a una sociedad que se enmiende?

¿Quién tiene fuerza moral para hablar de selva societal?

No te guilles, no te guilles por favor.

¿Quiénes desde el poder contribuyeron de modo sustancial a crear esta selva?

¿Has perdido la condenada memoria?

Es muy fácil hablar de selva ahora, mucho más fácil aún inventar sermones de beatas recogidas sobre el destino de una sociedad que contribuiste a moldear con tu estilo de primera dama con más presupuesto (porque para agallúa que te busquen) que cuchucientas entidades del Estado juntas.

Todo, con los llamados estadistas & binchos éticos haciéndose de la vista gorda, mientras desde lejos el retrato de sus impulsos, el protagonismos de los actos sociales semejaban las ínfulas de Doña María Martínez de Trujillo, ni más ni menos.

Y no hablemos de la corporatividad familiar y sus entresijos, del poder enjaulado desde las trizas de los otros para favorecer a los entornos de infancia y más allá.

El libro de libros enseña sobre la temporalidad del poder y sus designios, sobre la vanidad del tiempo que pasa y de cómo toda frivolidad artificial en la tierra tiene su castigo.

Noto que últimamente, luego del desfenetramiento, hay en ustedes una tendencia al uso en vano del nombre de Dios, lo hizo el “estadista” en la noche triste de Hernán Cortés.

Debo recordarles que (para los que son creyentes no es mi caso) nadie que teme Dios de verdad somete a un pueblo a tanta diatriba e ingnorancia, a tanta dádiva interesada y a tantas mentiras como castillos de arena derrumbados, nadie lo haría.

Por eso, a tu oración pidiendo iluminación en el juicio contra Marcos Martínez, Dios que no es pendejo al parecer hizo que los focos iluminaran al lado contrario, para que no tuvieras ni millones ni a la divinidad. Aleluya, Margot, Aleluya Margot.

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