YOMAIRA DEL ROSARIO
Fuente, 7 Diaz
Santiago de los Caballeros, República Dominicana.- Al culminar el plazo para la inscripción en el Plan Nacional de Regularización de Extranjeros, el Centro de Formación y Acción Social y Agraria (Cefasa) y organizaciones que velan por el respeto a los derechos de los inmigrantes, calificaron de fracaso el proceso, debido a la ''insignificante'' cifra de personas que lograron inscribirse.
El activista por los derechos de los haitianos, Teodás Gilbert, consideró que pese a la voluntad que hubo en los inmigrantes así como en las autoridades dominicanas, las debilidades en la logística, como la falta de personal, el cobro de dinero para vender turnos y la mafia que se instaló alrededor de las oficinas, hicieron pésimo y traumático todo el proceso.
Gilbert cree que los 23,350 inmigrantes, 96% de estos de origen haitiano, que pudieron inscribirse no es significativo en relación a los más de 90,000 indocumentados que residen en Santiago.
''Entonces, ¿qué va a hacer el Gobierno, ahora, qué van a hacer? Ellos deben proponer otro tiempo, porque no pueden decir que los haitianos no buscaron documentos; tenemos pruebas, que podemos mostrar, de que los inmigrantes sí hicieron el esfuerzo'', indica el activista.
La encargada del departamento de Derechos Humanos de Cefasa, Johanna Torres, sostiene que la cantidad de inscritos no puede considerarse un logro si se compara con la Encuenta Nacional de Inmigrantes más reciente que establece una cantidad de extranjeros superior a los 250,000 indocumentados que se inscribieron a nivel nacional.
A las 6:45 de la tarde de este miércoles, las puertas de la Gobernación de esta provincia fueron cerradas, dando por cerrado con ello el proceso de inscripción. Fuera del edificio dejaba rostros desesperanzados, vigilantes y entristecidos.
Pedro Pierret, no atina a culpar a las autoridades dominicanas por la suerte que le tocó de no poder inscribirse. Consciente de que este jueves, probablemente lo lleve "la camiona" dice que tiene sus ajuares recogidos en casa, resignado a reiniciar una vida en una nación que dice conoce poco.
"Qué voy a hacer, que me lleven para Haití, a comenzar de cero porque yo tengo más de 18 años viviendo, trabajando en este país y tengo mi familia aquí", comenta.
Con uno de sus cuatro hijos en brazos, Dolciné, en espera de un turno para tomarse la fotografía dentro del edificio de la Gobernación, dice que se inscribió después de varios meses de trasnoches y viajes.
Eran las 9:00 de la noche y su preocupación la afianzaba en el horario en que finalizaba el proceso de aportación de datos biométricos que culminaba a la medianoche.
Este proceso fue determinante y crucial, pero retardó el trabajo en vista de que hay una sola cámara fotográfica y poco personal.
Otra vez afuera, aun había rostros de indocumentados velando la puerta cerrada.
"No se sabe, talve' la abren la puerta" se le escuchó decir a un hombre.
Mientras algunos activistas sugerían a sus compatriotas, en voz alta, que se retiraran del lugar para evitar agresiones, las fuerzas policiales y militares que celaban la entrada despejaban, en ocasiones con violencia verbal, a los perseverantes.
A la mayoría de indocumentados, según los testimonios recogidos, les preocupa que se vuelque sobre ellos la violencia de los que ejecutarán la orden de repatriarlos del país.
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